La dinastía Arjona: cuatro miradas para una firma histórica
Esta familia de reporteros gráficos bebe de la tradición y mira al futuro en tiempos controvertidos
Eran otros tiempos y los maestros de entonces se la jugaban a un disparo apoyados en la intución y en las tablas adquiridas en un oficio que entonces era cosa de pocos. Pepe González Medrano-Arjona, que escogió su último apellido para levantar la fachada de una dinastía de fotógrafos, supo muy pronto que su futuro estaba detrás de la cámara. Algunos escarceos como novillero le desalentaron pronto y no tuvo dudas. La categoría humana y las amistades trenzadas en aquel planeta irrepetible -Ordóñez, Pepe Luis, Puerta y la gran aristrocracia campera- hicieron el resto. La firma se convirtió pronto en un referente y las fotografías del recordado reportero gráfico son hoy iconos taurinos que resumen la atmósfera de toda un época de oro.
Pepe Arjona, que falleció hace once años, fue un maestro que abrió nuevos caminos a otros fotógrafos que supieron mirarse en ese espejo exigente. Su hijo fue uno de ellos y perpetuó en las revistas especializadas, en la prensa diaria y ahora en los medios digitales una particular mirada de todos los resortes de la tauromaquia, de la plaza al campo. "La gran educación taurina que recibí de mi padre fue mi mejor herencia", sentencia Agustín Arjona, recalcando que para ser fotógrafo taurino, "primero hay que ser buen aficionado", señalando también que el primer Arona supo "abrir la fotografía taurina a detalles vedados hasta entonces". El debut del segundo de la saga llegó por casualidad, supliendo a su padre en una novillada setentera en la que resultó herido Navarrito. Eran los primeros disparos bajo las apresuradas instrucciones recibidas unas horas antes;_pero también fue la primera portada. Desde entonces han pasado casi treinta y cinco años de oficio, miles y miles de kilómetros de carreteras y carriles y muchas horas de burladero y callejón dando lustre a una firma que ha mantenido su categoría en Joaquín, sobrino de Agustín y nieto del gran Pepe Arjona, que ya se ha consolidado como un referente de calidad dentro de un mundillo que ha vivido una desigual revolución a lomos de la reconversión digital.
Pero Agustín Arjona anda especialmente motivado con la incorporación de su hijo, último eslabón de esta saga que encara el futuro cargada de proyectos y nuevas inquietudes. Fruto de esa mirada retrospectiva es el lanzamiento de una carpeta con una serie limitada de escenas camperas -el tratamiento del campo bravo siempre ha sido un emblema de la casa- que podría ser el embrión de trabajos mucho más ambiciosos. Los cuidados e ingentes fondos de los Arjona merecen el empeño: la verdad es que los fotógrafos de la Puerta de la Carne nos deben un libro o una exposición retrospectiva que resuma esos tres cuartos de siglo de toros y toreros retratados por las cuatro cámaras que han alentado una firma histórica que permanece de actualidad.
Entrevista El Correo de Andalucía
Gran párrafo Agu, me ha gustado mucho.
ResponderEliminar1beso!